Blogia
El Rincón

Editorial. Zaragoza y la OTAN

    La posibilidad de que Zaragoza sea sede del nuevo centro de vigilancia proyectado por la OTAN ha suscitado multitud de opiniones encontradas. Muchos sectores de la población ven en esta medida un aumento de la militarización de la ciudad, ya de por si bien nutrida en cuanto a instalaciones pertenecientes al Ejército se refiere.

 

    Unos piensan que nos situará en el punto de mira de futuras acciones terroristas; otros recriminan que estaremos mucho más vigilados, nuestra privacidad e intimidad disminuirán hasta desaparecer y la sociedad controlada bajo el ojo del Gran Hermano orwelliano dejará de ser ciencia ficción.

 

    Allá en los años 80, la ciudad se rebeló al grito de “OTAN no, bases fuera”. Sin embargo, hoy en día, la situación de nuestra ciudad requiere una visión del proyecto mucho más positiva. Un análisis distinto. Vivimos en un centro neurálgico de comunicaciones dotado de unas instalaciones que parecen ser el lugar idóneo para dicho emplazamiento. La ubicación del nuevo proyecto de seguridad permitirá, además, la apertura de multitud de posibilidades que generarán grandes perspectivas de desarrollo.

 

    La economía zaragozana siempre ha sido demasiado dependiente del mercado automovilístico, por lo que un nuevo centro de vigilancia ayudaría a una diversificación y descentralización con la creación de 4000 nuevos empleos y una inversión sin precedentes en I+D+i. Zaragoza recibiría miles de millones de euros, una gran dotación de personal altamente cualificado, que promovería una logística de industria de alta tecnología y, de esta manera, podríamos hablar de desempleo cero para nuestros jóvenes ingenieros. No tiene sentido que la Universidad de Zaragoza licencie cada año a centenares de ingenieros para que, posteriormente se produzca una fuga de cerebros fuera de Aragón. Otro factor positivo lo encontramos en que ayudaría a aliviar la resaca que se prevé en todos los aspectos tras la Expo 2008.

 

     Tal como está la situación, la OTAN está muy lejos de su debilitamiento. España no quiere mantenerse al margen de ella y la ciudadanía debería ser práctica, aprovechar la coyuntura y apostar fuerte para ser la sede elegida. Si no lo hacemos nosotros, otros emplazamientos pujarán fuerte por semejante oferta. Sin duda alguna, novias no le faltarán al proyecto.

0 comentarios