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El Rincón

Lo absurdo de la vida contemporánea

 

DAVID FOSTER WALLACE

HABLEMOS DE LANGOSTAS

Mondadori

423 páginas

21 €

 

Dos años ha tardado la editorial Mondadori a publicar en España Hablemos de langostas, la nueva colección de ensayos, artículos y reportajes de David Foster Wallace (Ithaca, Nueva York, 1962). Una espera angustiosa para los -cada vez más- adictos a su obra que ha ido ganándose en nuestro país. Y es que a un personaje de la talla de Wallace -unos de los escritores más vanguardistas de la narrativa actual y presunto heredero de Thomas Pynchon, recordad su inmensa La broma infinita- debería tomársele más en serio por estos lares.

 

Con la misma fórmula de literatura + realidad, que tan buen resultado le dio en Algo supuestamente divertido que no volveré a hacer, DFW lo ha vuelto a conseguir. Su nueva obra contiene todos los ingredientes necesarios que  gustan a su público: un estilo personalísimo con obsesión por el detalle más nimio, una visión de lo más ácida del mundo y un sentido del humor que no deja títere con cabeza.

 

En ASDQNVAH, Wallace se embarcaba en un crucero de lujo para escribir un reportaje sobre los nuevos medios de ocio programado. El resultado le producía una felicidad tan insulsa que acababa atacando las nuevas formas de divertirse de las masas contemporáneas. En otro ensayo viajaba a la Feria Estatal de Illinois, donde dejaba al descubierto la glotonería y decadencia de la América más  profunda.

 

 

Hablemos de langostas no se queda atrás y sus artículos vuelven a ser disparatados a más no poder. A su vez, van diseminados por las revistas americanas más influyentes: Premiere, Rolling Stone, Harper's, Gourmet... La multivariedad está asegurada.

 

Porque si hay algo que le distingue de los demás autores, es el conocimiento a fondo de la temática más inverosímil para demostrarnos lo absurdo de la vida contemporánea. Wallace puede hacer prácticamente cualquier cosa que se proponga; se puede poner triste, gracioso, rompedor, todo ello con la misma facilidad; puede incluso hacerlo a la vez.

 

El delirio comienza con Hablemos de langostas, pieza que comparte título con la obra. La revista Gourmet encarga a DFW un reportaje sobre una feria especializada en langostas. Lo que prometía ser un viaje de placer, se convierte en un debate cuando realiza un planteamiento ético de lo que sufren estos "insectos gigantes de mar", que son cocidos vivos para nuestro deleite palatal.

 

La revista señera para adultos, AVN, también utiliza los servicios de nuestro autor para Gran hijo rojo. Nos sumergimos en el mundo del porno con una convención que se celebra todos los años en los Estados Unidos. DFW vive un lisérgico fin de semana en el que conoce a directores ególatras de cine X; nos descubre un teléfono de la esperanza exclusivo para actrices porno depresivas; asiste a ceremonias que oscilan entre el glamour y la horteridad más absoluta; y sufre encuentros con actores de la industria en los lavabos de un casino de Las Vegas. Su perspectiva siempre es innovadora, y sus observaciones, finas, inteligentes y llenas de humor.

 

En Arriba, Simba, la pieza más interesante para mi gusto, acompañamos durante una semana electoral al senador John McCain, candidato republicano a la presidencia americana y rival de Bush en las preliminares de 2000. Descubrimos los entresijos de una campaña, el candor y el cinismo de los jóvenes votantes, la rivalidad y atropellos de los periodistas. Al final, tanto show mediático acaba confundiendo al autor, al que le cuesta distinguir entre el montaje y la cara humana de John McCain.

 

La vista desde la casa de la señora Thompson ofrece otra perspectiva de los atentados del 11-S; cuenta de manera emotiva cómo siguió Wallace aquel día fatídico, las reacciones que se sucedieron a pie de calle. Y no escatima en lanzar dardos contra la espectacularización que ofrecieron los informativos norteamericanos aquel día, recreándose en el choque de los aviones como si de una película hollywodiense se tratara.

 

Wallace nos descubre en Ciertamente el final de alguna cosa, o por lo menos eso es lo que a uno le da por pensar su faceta de gran reseñista, no como innovador, sino por el gran sentido común que utiliza. Realiza una diatriba feroz que baja los humos a los pesos pesados más ególatras de la literatura americana reciente: John Updike, Philiph Roth y Norman Mailer, a quienes califica como los Grandes Narcisistas Masculinos. De hecho, John Updike le resulta un gilipollas y se lo dice a las claras.

 

La autoridad y el uso del inglés americano es una burla sobre la justificación autoritaria de cómo se deben utilizar las palabras; con Algunos comentarios sobre lo gracioso que es Kafka, de los cuales probablemente no he quitado bastante nos muestra al escritor checo, un personaje con un humor alejado de lo convencional. Wallace da una vuelta de tuerca a todo academicismo escrito sobre el autor de La metamorfosis.

 

Si algo se le puede achacar a DFW, es su miedo a la contención, su gusto por  las digresiones -el artículo sobre el uso del inglés americano se hace interminable con sus casi cien páginas, en las que mezcla política, ética y lingüística-, y sus desvaríos laberínticos. Aunque, hay que reconocérselo, las notas de humor esparcidas por el libro son tan brillantes que salvan la papeleta. Su vanguardismo formal no es siempre efectivo; a veces, incluso, resulta confuso, como en las notas, recuadros y direcciones de lectura en Presentador, pieza que recomiendo leer habiendo ingerido antes biodramina, por el mareo que puede llegar  a provocar.

 

Pese a todo, DFW sale victorioso con Hablemos de langostas y se reconcilia con sus lectores, al menos con los que siguen su no ficción. Los que siguen sus novelas tendrán que esperar a una nueva obra, o se darán con un canto en los dientes si a Mondadori le da por cumplir la promesa que hizo: traducir al castellano The Broom of the System (1987), su primera novela, para que podamos volver a recrearnos con su ingenio infinito.

ENTREVISTA CON ISMAEL GRASA:

"Buena parte del debate literario actual nace de los blogs"

 

Ismael Grasa (Huesca, 1968) es un hombre sencillo, tranquilo y de buena conversación. Entre otras, es autor de las novelas De Madrid al cielo (premio Tigre Juan) y Días en China. Estuvimos con él en la emblemática cafetería San Siro, en pleno corazón de Zaragoza. Allí habló con Ít@c@ de sus andanzas como profesor de español en China, de su trayectoria literaria,  de las esperanzas que alberga en las nuevas tecnologías -su editorial acaba de ponerle un blog- y de su libro de relatos Trescientos días de sol, recientemente publicado en Xordica.

 

INICIOS

Empecemos por el principio, ¿qué le llevó a escribir?

Pasan los años y uno no tiene una respuesta para eso. Supongo que leer, y el deseo de hacer algo parecido. Es verdad que uno empieza a escribir porque conoce a escritores. Empezar a escribir no es fácil, y yo compartí pisos con amigos escritores que me animaron a escribir.La literatura tiene algo de contagioso. Lleva fama de ser solitaria, y es necesaria cierta dosis de soledad, pero la realidad es que tiene bastante que ver con el hecho de relacionarse con otras personas que leen y escriben.Como muchos, yo empecé con concursos. Después mandé una novela a una editorial, salió publicada y ya no volví a presentarme a ningún concurso.Y de pronto uno es escritor. Duermes y a la mañana siguiente eres escritor, hagas lo que hagas.

¿Qué personas le influyeron en esos comienzos?

No son personas especialmente importantes. Algunas trabajan como guionistas, pero no son muy conocidas.

Su primera novela salió en Anagrama...

Sí. Muchas veces, cuando imparto talleres literarios, los aspirantes a escritor piensan que existe un secreto para publicar, o que debes conocer a alguien. En mi caso, lo único que hice fue enviar la novela a la editorial en la que quería publicar.Quizá también era un tiempo, hablo de comienzos de los noventa, en que el mercado español estaba abierto a jóvenes novelistas. Pero en todo caso, en este momento hay una red suficiente de editoriales para que un buen manuscrito, si realmente es bueno, encuentre cauce. Un texto interesante siempre encuentra su lugar en el mercado.

¿Son recomendables los talleres literarios en la forja de un escritor?

Al principio era un poco reacio a los talleres. Pensaba que la escritura no puede aprenderse en un aula. Sin embargo, conforme pasa el tiempo cada vez me parecen más útiles.El hecho de escribir algo y leerlo en voz alta delante de los demás da conciencia de lo que realmente es el texto literario. Se quiera o no, una vez escrito pasa al dominio público y deja de pertenecerle al autor.Cuando otros leen tu trabajo en voz alta, surgen momentos muy iluminadores para la gente que escribe.

 

DÍAS EN CHINA

Usted estudió Filosofía y Letras. ¿Existe algún movimiento o autor filosófico que le atraiga especialmente?

Me gusta leer ensayos, si bien es verdad que no me atrae la filosofía en un plano académico. Durante una época sentí cierto rechazo hacia el texto filosófico. Me parecía que estaba lleno de una jerga oscura: oscura no porque el texto dijese cosas profundas, sino porque el texto era sencillamente oscuro. En ese sentido, un filósofo era un escritor malo. Todas las cosas se pueden decir con un lenguaje asequible. No hay ideas tan profundas que uno necesite leerlas tres veces para entenderlas: eso significa que están mal expresadas.A mí me interesa el pensamiento cercano al periodismo, al lector. Una democracia se caracteriza por el debate público y en ese sentido están los artículos de fondo de los periódicos, los libros de ensayo; pero no como una disciplina pactada de la realidad, sino como un modo de debatir ideas.

En su novela Días en China menciona a Ortega y Gasset, al que califica de "divulgador"...

Hoy me siento más próximo a Josep Pla o Julio Camba, por hablar de contemporáneos. Pero hay que reconocer que Ortega es el único pensador que estaba en el debate intelectual europeo. Desde Gracián no hemos tenido un autor que se estudie en las universidades alemanas. Pero no es autor que me guste especialmente.

¿Cómo acabó dando español en China?

Igual que comencé a escribir. Compartí piso con extranjeros a los que enseñaba español. Una de esas personas era un chino que vivía de las clases de taichi. Yo había acabado la carrera, trabajaba de camarero... Iba un poco a la deriva, como muchos escritores en sus inicios. Y esta persona me ofreció dar clases en China. Así de azaroso y casi absurdo.

¿Cuánto hay de verdad en Días en China?

Es una novela. Una novela a partir de experiencias vividas. Podría haber hecho un diario, unas crónicas de mi viaje. Pero lo tengo claro: es ficción. Creo que no hay confusión.Me sirve muy bien para expresar las cosas más despiadadas; mejor que el relato directo, porque en él interviene la prudencia y hay cosas que no se dicen.

Usted intervino en la película Obra maestra, ¿ha pensado escribir un guión cinematográfico?

Hice un master en la Universidad Autónoma de guión cinematográfico cuando no existía la escuela de cine. Pero no me sentí cómodo. Sentía envidia del escritor que no tiene que rendir cuentas a nadie.

 

BLOGS

Acaba de introducirse en el mundo del blog, ¿cómo le va?

Dedico parte del día a leer blogs. Buena parte del debate literario, de las fuentes de ideas de discusión nacen de los blogs. Cada día me interesan más.En principio como lector, pues no pensaba crear un blog. Ahora me han abierto una página de promoción del libro de relatos. Y lo hago un poco como agradecimiento.Nunca había guardado nada de lo que publicado sobre mí, quizá por falsa modestia, hasta que me dieron esta página donde sí que aprovecho a colgar mis artículos y reseñas.

También tiene una página personal...

Sí. No se puede llamar blog, porque un blog es algo más vivo. En ella cuelgo los artículos que escribo en la edición oscense del Heraldo.Esta página la abrí para mis amigos. Suelo mandarles mis textos por correo electrónico, pero siempre te olvidas de alguno; y así todos pueden leerlos. En principio era un blog "secreto", pero algunos amigos lo han enlazado y eso te crea presión; porque ahora te lee más gente y debes esforzarte más.Pero yo no lo llamaría blog. No tengo intención de ampliar sus contenidos, Además, los blogs pueden ser algo vampíricos. Empiezas a meter cosas y a estar más pendiente de los comentarios...

¿Lee usted blogs?

La idea de los blogs me parece el colmo de la democracia y la sociedad civil. Leo muchos blogs y tengo varias "rutas": una me lleva media hora, otra dos... Paso más tiempo leyendo blogs que revistas, por ejemplo.Suelo usar de puerta el de Mariano Gistaín; desde allí leo periódicos digitales, el blog de Arcadi Espada, etc. Luego voy al de Antón Castro, que tiene muchos enlaces y ya miro los blogs de amigos.

 

TRESCIENTOS DÍAS DE SOL

Las críticas de su libro Trescientos días de sol han sido muy buenas, ¿qué tal van las ventas?

Es pronto para saberlo. Pero por la repercusión que ha tenido, creo no va mal.

Escribió parte del libro en la Ledig House International Writers Residency...

Es una fundación de Nueva York que ofrece becas en una residencia para escritores. Estuve allí cuatro semanas, y resultó una buena experiencia. De hecho, el primer libro del relato está situado en esa zona, cerca del río Hudson. El resto de los relatos fueron escritos en diferentes momentos, alguno salió publicado en revistas...Todos tiene un punto en común, al principio no previsto: la posibilidad del delito. Sus personajes están dentro de la ley pero podrían no estarlo. Es decir, ¿estamos en la línea del bien por inercia o cuál es la razón? Luego me he dado cuenta de que en el libro hay más bodas que delitos, así que igual pertenece al género rosa...

De hecho, usted dijo en una presentación que puede tener varias lecturas: gótica, rosa y social. ¿Cuál es la que más se acerca a su idea original?

Mariano Gistain decía que de lo que trata en realidad es de la eventualidad de los contratos laborales y de la vida contemporánea, aspecto que yo no había pensado. En realidad, ese carácter de denuncia social del libro es, quizá, lo que más sobresale. Es innegable que la obra habla de una sociedad en que vivimos en la que todo es provisional, no hay nada para toda la vida. Esto puede crear cierta angustia y la sensación de ir a la deriva, como los personajes que deambulan por mis relatos: seres que no pierden nunca la esperanza y que están a la espera de que algo suceda, aun a sabiendas de que no va a suceder. Esperan un momento de iluminación que no llega nunca. Pese a los infortunios, en ningún momento se comportan como resentidos.

Se escuchan muchos ecos de John Cheever, Raymond Carver y del realismo sucio...

Sí, y también de Saul Bellow. Mis referentes son esos. No me gusta mucho la expresión "realismo sucio", pero sí que mis relatos parten de lo cotidiano, que es el ámbito donde más cómodo me siento. Siempre he tendido más a la observación que a la fantasía. Las cosas que escribo están fijadas a lugares muy identificables. En De Madrid al cielo se pueden seguir en un callejero todas las acciones que transcurren. Siempre pienso en escenarios muy concretos, pues es donde más me defiendo y me inspiro.

¿De dónde sacó la anécdota del afilador de cuchillos que atraca a sus víctimas con las armas que éstos le ofrecen?

Es un hecho real. Me visitó un chaval que afilaba cuchillos. Yo no sé si por el adormecimiento (el timbre me había despertado de la siesta), o porque realmente tenía un cuchillo que afilar, se lo di, y me pasó lo que describo en el libro. Cuando me lo devolvió, me pidió una cantidad desorbitada de dinero a cambio. Era un atraco en toda regla. Pero si yo le hubiese querido denunciar, él podría haber alegado que me estaba devolviendo el cuchillo. Al final pude llegar a un acuerdo amistoso por menos dinero.

¿Tiene alergia a cualquier tipo de estilismo recargado?

Me interesa ser cada vez más llano. Cuando uno empieza a escribir suele tener al lado un diccionario para buscar alguna palabra de lucimiento. Eso, en realidad, es inseguridad. Para mí, cuanto más limpia sea la página, mejor. Me interesa contar la vida, los sentimientos, y si soy capaz de hacerlo con un lenguaje llano, pues mejor que con un lenguaje complejo. Recargar mucho la prosa puede impedir ir a lo esencial. Samuel Beckett se pasó al francés para limpiarse del barroquismo de James Joyce y decía: "Escribo en francés porque es una lengua que no domino del todo y así me empobrezco". No hay prosa deluxe, sino prosa de verdad o de mentira.

Ha probado suerte en distintos géneros literarios: novela, libros de viajes, poesía y relatos, ¿en cuál de ellos se siente más cómodo?

El género de relatos cortos me atrae especialmente. No tengo la sensación de que añadiendo cien páginas a alguno de estos relatos vaya a darle más calidad. A veces, cuando leo a Natalia Ginzburg y Chéjov, pienso que no se puede hacer mejor, y eso me motiva.

 

HOY Y MAÑANA

¿Sigue un método de escritura?

Para escribir, lo único que tengo que hacer es dejar de hacer otras cosas. Si es algo por encargo, el mejor método es que te paguen y te pongan un plazo; si es una obra que la haces porque realmente te apetece y nadie te presiona, pues tanto mejor. El tiempo para escribir es algo que uno roba de otras actividades. Hay mucha gente que tiene un libro en la cabeza y se muere sin haberlo escrito nunca.

¿Qué opina de la actualidad literaria española?

En este momento es imposible estar al día de todo, tenemos muchas corrientes y mucha variedad. Quizá hubo un tiempo en España en el que uno podía estar al día, aunque creo que es más positiva esta dispersión. La verdad es que solamente con leer a los amigos se me pasa la vida.

Así que se mueve mejor en el círculo de escritores aragoneses: Félix Romeo, Daniel Gascón, Miguel Mena...

Son personas con las que tengo amistad. El panorama aragonés está en un buen momento, sobre todo la poesía. En el futuro habrá historias nuevas porque contaremos con una sociedad más cosmopolita. Los institutos, en la actualidad, tienen alumnos procedentes de distintos países y la futura generación de escritores se nutrirá, indudablemente, de ellos.

¿Se puede vivir de la literatura?

Ese es otro tema..Normalmente los escritores suelen vivir de cosas de la periferia de la literatura, como artículos, suplementos literarios, etc.

Ha pasado de una editorial como Anagrama, a otra que se mueve en ámbitos más regionales, como es Xordica. ¿A que se debió el cambio?

Las editoriales grandes normalmente quieren novelas, de ahí que Trescientos días de sol haya salido en Xordica. Es una editorial competente, sus libros están bien editados y en el catálogo hay personas con las que tengo gran amistad, al igual que con su director. El libro tendrá la vida que tenga que tener, no creo que sacarla en una editorial con mayor distribución mejore un libro. Sigo teniendo muy buena relación con Anagrama.

 ¿Próximos proyectos?

Siempre hay algo. Aunque la verdad, no tengo nada comprometido ni acabado por el momento. Me gusta que cada libro que hago sea algo que yo no haya leído antes, distinto a los anteriores, y creo que las cosas en las que estoy embarcado ahora son bastante diferentes.

 

(Realizada en colaboración con Raúl Gay. Podéis encontrar una reseña de Trescientos días al sol, escrita por Vicente Luis Mora, en La tormenta en un vaso).

 

Paso a paso, Carlos García

Con Joost llega la tele de alta definición a la Red



La televisión ya no será lo mismo

 

Internet revoluciona nuestras vidas a pasos agigantados. La industria musical, la prensa escrita o incluso el negocio de la telefonía han sido protagonistas de las grandes transformaciones que se han producido en los medios de comunicación. Ahora, por lo visto, es a la televisión tradicional a quien, ironías del destino, le quedan dos telediarios.

La pareja formada por los nórdicos Niklas Zennstrom y Januus Friis, curtidos en la creación de programas bien conocidos como Kazaa y Skype, están a punto de lanzar un original y rompedor sistema de televisión que promete acabar con el modelo tradicional de emitir programas. El invento se llama Joost, pronúnciese "yuist", y es una televisión digital, gratuita, personalizada e interactiva.

De momento, lo que promete ser la próxima bomba de Internet está en pruebas y, tan sólo, se puede acceder a una versión beta del programa mediante invitación. La fecha de su lanzamiento continúa en el aire, aunque el diario International Herald Tribune ha anunciado que su estreno será inminente y durante esta primavera.

Por ahora, los programas que se emiten en la beta son de índole variada  (conciertos, canales temáticos, documentales de National Geographic...), aunque el plato fuerte se espera en su apertura al gran público, que contará con los programas de CBS -una de las cadenas norteamericanas de más audiencia y espacio donde emiten CSI -,  Viacom -famosa por su demanda a Youtube de 1.000 millones de dólares por colgar en sus páginas series y películas suyas-  y, también, con la omnipresente MTV.

 El sistema  publicitario es otro de los cambios de los que seremos testigos. En lugar de interrumpir el programa, los anuncios aparecerán al principio y al final de lo que queramos ver. Los anunciantes se aprovecharán de la interactividad del medio y, a su vez, prometen que serán spots selectos según nuestros hábitos de consumo.Se espera que Joost sea uno de los canales mediáticos con mayor audiencia en un futuro, por lo que anunciantes como Nike, Coca Cola, Visa o General Motors ya se han embarcado en la aventura. Muchos han firmado por un período de prueba de tres meses, un margen sensato en caso de que el negocio no funcione.  

Las diferencias con Youtube son notables: televisión hecha por profesionales del medio y no por los usuarios, los canales adscritos serán los que aseguren la alta calidad de los videos y, por tanto, que sus imágenes sean emitidas en alta definición. Por el momento, los creadores han declarado que el espectador no tendrá en su PC  el programa entero,  sino una pequeña parte, y que compartirán el ancho de banda con el resto de los usuarios.

Con Joost ya no habrá excusas para hablar de la mediocridad de la tele y de que no hay opción más allá de la telebasura. Aunque, visto lo visto -el nacimiento de la infanta Sofía, lo más demandado por el público español estos días-, yo  apostaría que aunque tengamos televisión a la carta, los programas que elegirá la audiencia no variarán demasiado.

El Bulli, de nuevo el mejor restaurante del mundo



 

Buenas noticias para la gastronomía española. Ferrán Adriá ha vuelto a conseguirlo. La prestigiosa revista británica Restaurant ha concedido por segundo año consecutivo a El Bulli el título de mejor del mundo.

El magazine elabora anualmente una clasificación -la lista Pellegrino-  en la que figuran los nombres de los cincuenta restaurantes mejor valorados, los cuales son elegidos por 601 jueces expertos en alta cocina.  La segunda plaza fue para el inglés The Fat Duck, regentado por Heston Blumenthal, y el tercero para el francés Pierre Gagnaire.

El Bulli está situado en un emplazamiento idílico en Cala Monjoy (Rosas), en pleno corazón de la Costa Brava. Adriá, también llamado el alquimista de la cocina, ha conseguido con sus continuas experimentaciones elevar la gastronomía al grado de ciencia. Destaca por un tipo de cocina denominada molecular y por sus famosas deconstrucciones de platos típicos, de tal modo que aunque el sabor permanezca en ellos inalterado, su aspecto y textura son completamente diferentes al original.

Una de las peculiaridades del El Bulli es que sólo abre seis meses al año, el resto del tiempo Adriá lo dedica a la investigación. Si algún lector lleva idea de ir a comer ahí, que sepa que hasta finales de 2008 las reservas están completas, así que lo mejor que puede ir haciendo es ahorrar dinero.

Además de figurar en la cima, los críticos han reconocido la labor de otros cinco templos gastronómicos españoles que aparecen en la lista, tres de ellos entre los once primeros puestos: el restaurante Mugaritz de Rentería, en séptimo lugar; le siguen el donostiarra Arzak y el Celler de Can Roca, décimo y undécimo respectivamente; el Can Fabes de Sant Celoni logra el vigésimo lugar y, por último, el Martín Berasategui de Lasarte que alcanza el número veintisiete.

Gracias a estas seis representaciones, España es el cuarto país, junto a Italia, con mayor número de restaurantes de alta cocina en el mundo, superados por Francia con doce, EEUU  con ocho y Reino Unido con siete.

Para paladares exigentes. XXI Salón Internacional Club de Gourmets




Durante la semana pasada,  el recinto ferial de la Casa de Campo de Madrid se convirtió, una vez más, en el punto de encuentro  de la gastronomía de calidad. El Salón Internacional Club de Gourmets celebró su XXI edición y reunió en un mismo espacio a fabricantes y consumidores de productos de alta gama.

En uno de los congresos gastronómicos más importante de Europa y que más crece de un año para otro, los productos alimenticios de calidad fueron venerados como obras de arte listas para ser consumidas. Casi 40000 productos, bocato di cardinali, exhibidos en sus más de mil expositores: desde el soberbio jamón de bellota, al cada vez más extendido uso de las trufas, pasando por conservas, aceites de oliva, quesos, licores, vinos ecológicos, chocolates...

Las rarezas y nuevas técnicas culinarias no faltaron a su cita: se exhibieron productos sorprendentes como helados de foie gras, aceitunas deshidratadas, miel de aguacate, sándwich a base de microvegetales, aguas de diseño, cafés aromatizados... Florituras llamativas propuestas, más que nada, para llamar la atención de los medios de comunicación.

Cada año, un país extranjero es invitado a la edición. Fue a Francia a quien le tocó el turno de  dar a conocer sus exquisiteces. Mostró a los visitantes toda la riqueza de sus productos agroalimentarios (quesos, vinos, productos del pato y la oca, platos precocinados, bollería, licores y champagnes) que, sin duda, despertaron el interés entre los asistentes.

El salón, aparte de la exposición de productos estrella, desarrolló actividades como el Concurso de Cortadores de Jamón, Concurso de Sándwiches Rodilla y una cata de los mejores quesos de España.

También hubo una mesa redonda de chefs mediáticos en la que participaron Juan María Arzak, Pedro Subijana, Darío Barrio, Mario Sandoval, Sergi Arola y Juan Pozuelo. El debate versó sobre los pros y los contras de la fama y la divulgación que la tele da al mundo de la cocina y la gastronomía.

Uno de los apartados con más éxito del congreso fue la VIII edición del Taller de los Sentidos Gourmets. Como si de una escuela se tratara, los más pequeños aprendieron la riqueza de los productos autóctonos, el proceso de elaboración del pan y las bases de una dieta sana.

La presencia de Aragón en Madrid dejó bien alto el pabellón con stands propios dedicados al vino, aceite, frutos secos, pastelería... Merece la pena destacar dos bodegas del Somontano que tuvieron gran éxito de público y aceptación durante la feria: Viñedos y Crianzas del Alto Aragón y Bodegas Ballabriga.

"Ciudadanos de segunda", el video de la discordia

Una pequeña parte del documental "Ciudadanos de segunda", quien lo quiera ver entero aquí tiene el link.

 

“No deja de ser curioso que el idioma, la lengua que utilizamos para comunicarnos, lejos de acercarnos, sirva para marcar fronteras incluso dentro de nuestro propio país”, así comienza el polémico reportaje emitido el lunes en Telemadrid. 

 El informe televisivo, producido por El Mundo TV, pretendía denunciar la progresiva marginalización que sufren los castellanohablantes en tierras catalanas, que les convierte en ciudadanos de segunda, y  la agresiva política lingüística de la Generalitat en favor del catalán como lengua única.  

El documental, para bien o para mal, no tiene desperdicio, y ha hecho saltar chispas en un amplio sector de la sociedad catalana, que considera que fomenta el odio entre los ciudadanos de su comunidad y lo acusa de estar muy lejos de la realidad.

 Durante el reportaje vemos la imposibilidad de educar a un niño en su lengua materna castellana; las multas que ponen las autoridades catalanas por rotular un establecimiento sólo en castellano y, a raíz de esto, la consiguiente posibilidad de denunciarse unos a otros vía internet;  la forma de aprovechar el empuje mediático del FC Barcelona para hacer apología del pancatalanismo, etc.

 A mi modo de ver, el enfoque y el contenido del programa está bastante sesgado y con un claro fin electoralista de la señora Aguirre, quien ahora adopta una pose victimista para seguir fomentando su odio hacia lo catalán. Aunque, por otro lado, no debemos extrañarnos ya que  TV3 lleva toda la vida haciendo  otro tanto con su antiespañolismo. Así que, tal para cual.

 

Mundo maravilloso

Autor: Javier Calvo

Editorial: Mondadori

Páginas: 550

El pasado día 27 de marzo en la Fnac de Zaragoza tuvo lugar la presentación de la novela Mundo Maravilloso de Javier Calvo (Barcelona, 1973). Pese al poco público asistente, la cita fue dirigida de manera brillante por el escritor aragonés Felix Romeo que catalogó a la obra de enciclopédica por sus distintas tramas llenas de referentes pop. Romeo mantuvo una amena charla con el barcelonés en la que discutieron aspectos sobre sus influencias y acerca del humor negro, congela sonrisas, que impregna algunos de sus pasajes. 

La presentación terminó con el autor leyendo, entre carcajadas de los asistentes, el esperpéntico capítulo en que la estrella porno Iris Gonzalvo, angustiada por problemas psicoemocionales, se da un atracón de cocaína para aguantar de un tirón la séptima temporada de Friends en DVD. Al mismo tiempo, se hace cábalas con que heroínas de la serie tendría más feeling y con quien del reparto disfrutaría más en una noche de sexo.

Javier Calvo, Xavi para los amigos, pertenece al grupo de jóvenes escritores denominados  pop por la crítica; una corriente que entronca con la modernidad actual, hace caso omiso de los cánones académicos literarios y nos acerca, sin pudor, a la rica cultura de masas. Junto al barcelonés, dos célebres representantes de esta generación serían Agustín Fernández Mallo (A Coruña, 1967) y Kiko Amat (Sant Boi, 1971).En sus obras apenas hay jerarquías culturales, son capaces de intercalar en un mismo párrafo a Scooby Doo con Mozart y son autores cuyas raíces absorben del cine, la música, los videojuegos, la publicidad y el cómic.

Aparte de Mundo Maravilloso, Xavi ha escrito libros de relatos como Risas enlatadas (2001) y Los ríos perdidos de Londres (2005), y otra novela con la que saltó a la palestra, El dios reflectante (2003). En todas ellas, el niño mimado de la editorial Mondadori se aleja de la literatura española al uso y toma como principal modelo a la novela anglosajona contemporánea. Quizá, algo de culpa debe tener que sea el traductor de voces tan importantes de la narrativa actual como Coetzee, George Saunders y Chuck Palahniuk.

 Actualmente, acaba de terminar la traducción de una nueva antología de ensayos de David Foster Wallace, Consider  the lobster (2005), que se publicará en España en breve.

 

 

 

Las desventuras del irónico Mundo Maravilloso se suceden en una Barcelona muy distinta a las de Montalbán, Mendoza y Zafón. Una Barcelona made in Javier Calvo: entre gótica, onírica, hamposa y chiflada.

Aunque sea una novela menos arriesgada que El dios reflectante y huya de la marginalidad de autor joven, contiene personajes on the edge, es decir, en el límite de todo lo imaginable. Si en su opera prima, Calvo nos hacía partícipes de la existencia de una Clínica para Desórdenes Mentales No Clasificados, no desmerecería retomar aquí la idea, ya que mucha de la variopinta fauna que deambula por la obra merecería estar ahí internada sine die:

Un anticuario adinerado con fobia a acercarse a las ventanas, una niña solitaria primera experta europea en la novela de Stephen King, un mafioso que gusta de ponerse trajes sospechosamente femeninos, o el logrado personaje del matón Anibal Manta, trasunto de La Cosa, personaje central dentro de los tebeos de la Marvel. Pero quién no conoce personajes extraños en esta vida, o más fácil, quien no ha hecho cosas extrañas alguna vez.

La novela trata sobre Lorenzo Giraut,  heredero de un importante anticuario barcelonés,  que quiere saber a toda costa lo que sucedió con su padre en una transacción de obras de arte que acabó en catástrofe, allá en los años 70.

Para descubrirlo, contrata, con segundas intenciones, a un grupo de mafiosos para organizar el robo de un cuadro apocalíptico, la misma obra que causó problemas a su padre en aquella época. El jefe de esa banda es Bocanegra; relacionado con el asunto turbio desde antaño, pues formaba parte del trío que anteriormente cortaba el bacalao en cuanto a transacciones de arte sospechosas. 

La historia se enreda cuando aparece el tercer hombre, Koldo Cruz, pero ahora en una facción rival y con sed de venganza.Otro de los escollos de Giraut, en su búsqueda por la verdad, será su madre, un personaje incapaz de mostrar emoción alguna debido a las múltiples operaciones de cirugía estética que lleva en el rostro, la cual intentará demostrar por todos los medios que su hijo es un incapacitado patológico para liderar la empresa de su padre.

Todo ello bien servido de escenas algo pulp, como las llevadas a cabo por un personaje al que llaman Pato Donald que parece sacado de una película de Tarantino.La abundancia de referencias populares se hace patente: música y nombres adoptados del grupo Pink Floyd; las partes intercaladas de la nueva novela de Stephen King -Xavi asegura que escribió una novela entera con el estilo del de Maine-, barrios dormitorios clónicos con familias disfuncionales... todo ello forma parte de este cóctel victoriano, en el que no todo es postmodernidad ya que, como indica Xavi, la obra tiene una estructura muy clásica que sigue patrones ilustres como Charles Dickens, Oscar Wilde y Arthur Conan Doyle.

Si se le puede achacar algún defecto es que la historia se convierta en demasiado larga, Xavi la estira sin mucha necesidad de ser (550 páginas), y repite muchos sintagmas que acaban cansando en su afán de ser originales. Las conversaciones entre personajes son tan tremendas que resultan, en muchos casos, inverosímiles; además, se pueden considerar más monólogos que diálogos, porque cuando un personaje habla, el otro que está en escena se limita a escuchar o a realizar otra acción.

En resumen, una obra moldeada por los cánones temáticos anglosajones de vanguardia que se aleja de la literatura tradicional destilada en este país.

Os enlazo un relato de Javier Calvo publicado en el Barcelona Review que trata sobre la vida oculta de Los Simpsons, en especial de Ned Flanders.